Dejar huella
Una sola frase me ha recordado por qué nunca he dejado de enseñar en la universidad
“Todavía recuerdo el día en que me explicaste el principio de inducción”
Una frase así justifica el porque siempre, durante toda mi vida profesional, he intentado dedicar una pequeña parte de mi tiempo a la docencia universitaria.
Me la dijo el otro día un profesional del sector IT, en uno de los muchos eventos que se organizan en Barcelona. Me saludó provocando la pequeña vergüenza habitual entre el profesorado (“tu no me recordarás, pero yo a ti sí”), y me lanzó lo que sin duda era un piropo en toda regla:
“Todavía recuerdo el día en que me explicaste el principio de inducción”
Cuando te pones delante de un grupo de alumnos universitarios, el reto es enorme. Sabes que una gran parte quizás no prestarán mucha atención a lo que vas a contar, y que la gran mayoría no te recordará (ni a ti ni a la materia) en unos años.
Per a veces, sólo a veces, consigues transmitir algo profundo a algunos. Lo ves en sus ojos. Lo percibes cuando se produce.
Es tal y como lo explicaba Jose Ignacio Latorre de manera brillante en esta charla reciente con
:Y esto justifica, sobradísimamente, todos los esfuerzos que conlleva dedicar unas horas a la docencia universitaria. Porque sabes que, con un poco de suerte, impactarás intelectualmente en alguien, lo suficiente como para hacerle pensar profundamente en algo, hasta el punto que se acordará décadas después.
Quizás será algo alejado del mundo real, algo irrelevante para su profesión futura. Pero será algo que dejará una huella en su cerebro, una muesca en su pensamiento.
Sólo por esto, ya vale la pena. Muchísimo.
PS: no sabes lo que es el principio de inducción matemática? Una buena y simple introducción en este vídeo
Quin post més bonic Pep!!! M'ha encantat! La docència té aquestes coses: és un gran repte però quan sents que arribes als alumnes es produeix la MÀGIA!!
De acuerdo