La guerra y su otra víctima: la ciencia
Rusia y Ucrania ven su I+D colapsar, un lastre para su futuro.
El primer drama de toda guerra es, obviamente, los costes en vidas humanas. A eso se le añaden los costes económicos, los desastres en las infraestructuras, y tantas cosas más.
Pero no hay que olvidar el tremendo impacto sobre la actividad científica de un país en guerra. A corto plazo, es lo menos relevante. A largo plazo, puede lastrar el renacimiento del país décadas después.
Un caso claro es lo que está pasando en Rusia y Ucrania.
En el país liderado por Volodímir Zelenski, los números son muy claros:
El 20% de los científicos ucranianos han abandonado el país desde el inicio del conflicto, y el 15% de los que permanecieron han dejado de lado sus investigaciones.
Al menos 100 instalaciones de investigación han sido dañadas o destruidas por los bombardeos rusos.
Los artículos de investigación producidos por científicos ucranianos han disminuido alrededor de un 10% desde el inicio de la guerra. Además, el 5% de los científicos más prolíficos ahora publican con afiliación extranjera.
Pero también Rusia está sufriendo muchísimo, por el impacto de la guerra en su actividad científica. De entrada, buena parte de las instituciones científicas internacionales, como el CERN, han suspendido acuerdos de cooperación con Rusia. Pero además:
El número de publicaciones científicas rusas indexadas está cayendo a doble dígito desde 2022.
Las colaboraciones de científicos rusos con colegas extranjeros se redujeron en un 50% desde el inicio de las sanciones.
Rusia perdió aproximadamente 1.200 millones de dólares en financiamiento internacional para proyectos de investigación desde la imposición de las sanciones.
Se estima que alrededor de 15.000 científicos y profesionales de la investigación han abandonado Rusia en busca de mejores oportunidades en el extranjero.
Este es, ahora mismo, la última de las prioridades ante el drama humano y material propio de una guerra. Pero cuando todo esto acabe, y ambos países intenten recuperarse social y económicamente, las dificultades de volver a poner en marcha su I+D será mayúscula. Un reto que nadie tendría que olvidar, tampoco los van a negociar el final del conflicto armado.