La materia oscura se hace visible
Una imagen inédita confirma lo que solo habíamos imaginado: los filamentos de materia oscura existen y podemos verlos
Hace unos meses se publicó uno de los descubrimientos más fascinantes de la astrofísica moderna: por primera vez, se ha conseguido captar una imagen en alta definición de un filamento de la red cósmica. Se trata de una estructura gigantesca que conecta galaxias y cúmulos a lo largo del universo, y que se cree compuesta principalmente por materia oscura.
Para conseguirlo, los investigadores combinaron observaciones del Very Large Telescope (VLT), operado por el Observatorio Europeo Austral (ESO) en el desierto de Atacama, y del telescopio Keck en Hawái, entre otros. Estos instrumentos permiten captar la débil emisión del gas interestelar iluminado por galaxias lejanas. La sensibilidad y precisión de estos telescopios ha sido clave para hacer visible lo invisible.

Pero, ¿qué es exactamente la materia oscura? ¿Y por qué es tan importante?
La materia oscura es un tipo de materia que no emite, no absorbe ni refleja luz. Es invisible para nuestros telescopios, pero su presencia se deduce por la influencia gravitacional que ejerce sobre la materia visible. De hecho, se cree que representa aproximadamente el 85 % de toda la materia del universo, aunque aún no sabemos de qué está hecha.
Simplificando: sólo con la materia que observamos, las cosas “no cuadran”. El universo que conocemos se comporta como si hubiera algo más, y a ese algo más le llamamos materia oscura.
(también se habla de “energía oscura”, pero esto ya es para otro día)
Según los modelos cosmológicos más aceptados —basados en física teórica y simulaciones por ordenador super complejas— el universo no es un caos desordenado de galaxias repartidas al azar, sino que estas se organizan siguiendo una estructura tridimensional inmensa conocida como la red cósmica. Esta red funciona como un esqueleto invisible del universo, y la materia visible (estrellas, galaxias, cúmulos, etc.) se concentra en sus nudos y filamentos.
Un equipo liderado por el Max Planck Institute alemán logró, hace unos meses, capturar una imagen directa de uno de esos filamentos. La imagen muestra un hilo de materia oscura que conecta dos galaxias situadas a tres millones de años luz de distancia, y que contiene gas interestelar que brilla débilmente gracias a la radiación ultravioleta de galaxias cercanas. Esa tenue luz, amplificada por efectos gravitacionales, ha podido ser detectada con instrumentos astronómicos de altísima sensibilidad.

Lo realmente asombroso es que esta observación coincide con lo que ya predecían nuestros modelos teóricos y las simulaciones generadas por superordenadores. Es como si hubiéramos dibujado un mapa del universo sin verlo, solo con ecuaciones, y ahora la realidad lo confirmara punto por punto. Un triunfo de la ciencia teórica, pero también de la computación científica más avanzada.
Y si esto no resulta ya suficientemente impresionante, conviene recordar las escalas de las que estamos hablando: tres millones de años luz son distancias que la luz —viajando a 300.000 km por segundo— tarda tres millones de años en recorrer. En kilómetros, estaríamos hablando de más de 28 trillones de kilómetros (28.000.000.000.000.000.000.000).
Una cifra tan descomunal que, si intentáramos recorrerla en un coche a 100 km/h, necesitaríamos más de 32 billones de años. Es decir, dos millones de veces la edad del universo!
Y por si esto fuera poco: como la luz tarda todo ese tiempo en llegar hasta nosotros, lo que estamos viendo no es lo que pasa ahora mismo, sino lo que ocurrió hace miles de millones de años. Literalmente estamos observando el pasado remoto del universo.
Un pequeño milagro tecnológico y científico que demuestra de qué somos capaces.
PD: Si quieres bucear un poco más y leer el artículo científico original, lo tienes aquí.
Hola
Sobren 3 zeros...
🤭
Brutal Pep!
Que bèstia que es comencin a fer observacions empiriques de matèria fosca... Però això vol dir que alguna cosa estem fent bé!